Que mala suerte tengo, hoy definitivamente ha sido el peor día de mi vida – Dijo él a las 8:05pm, en la puerta de su casa, quejándose de todas las cosas que le había tocado vivir en el día. Primero su alarma por algún motivo que no había entendido, porque nunca le había pasado, no sonó a la hora acostumbrada. Se levantó con 20 minutos de retraso, por lo cual, le tocó esperar la segunda ruta del bus que lo llevaría a su trabajo, sin saber que la primera tuvo un accidente 5 minutos después de haber pasado por el lugar donde suele recogerlo, al quedarse sin frenos. No hubo sobrevivientes. Cuando por fin tuvo un espacio para almorzar, mientras se dirigía a algún puesto de comida callejero, dejó caer unas cantas monedas que se fueron por un alcantarillado. Al intentar recogerlas, se agachó y no se percató que justo en ese instante los trabajadores de una construcción aledaña dejaron caer un andamio que le pasó a escasos centímetros de su cabeza, golpeando y matando al instante a la persona que le iba a vender algo de comer en aquel puesto de comida callejero. Se quedó sin almorzar. Al final de la tarde, al salir del trabajo, no pudo tomar el bus, ya que había dejado su billetera en su oficina, por orden estricta de la alta gerencia, nadie podría volver a entrar al edificio una vez todo se cerrara. Le tocaría caminar 35 cuadras hasta su hogar. No se enteró, o no esa noche, que el bus que lo llevaría a su casa, fue asaltado por unos ladrones quienes despojaron a los pasajeros de todas sus valiosas pertenencias. Pero ahí estaba él, en la puerta de su casa, después de haber caminado 35 cuadras, quejándose de lo malo que había sido su día.
JORGE ARANGO CASTAÑO
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Oct 17 de 2019
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