martes, 8 de abril de 2025

CASO 2: BIOETICA

 

Caso de Estudio 2: El Vínculo Terapéutico en la Cuerda Floja

Contexto

La Dra. Laura Cárdenas es una psicóloga clínica de 35 años que ha construido una exitosa práctica privada en Bogotá, especializándose en el tratamiento de adolescentes. Es conocida por su calidez, empatía y su habilidad para conectar con jóvenes que otros terapeutas han considerado "difíciles". Laura, sin embargo, atraviesa un momento personal complejo: ella y su pareja llevan años intentando concebir sin éxito, un proceso que le ha generado una profunda tristeza y un anhelo de maternidad no resuelto.

Hace un año, llegó a su consulta "Sofía", una joven de 17 años, remitida por riesgo de suicidio. Sofía es la única hija de una pareja de empresarios adinerados que, aunque le proveen de todo lo material, son emocionalmente distantes y pasan largas temporadas de viaje. Sofía presenta un cuadro de ansiedad generalizada, depresión y un historial de autolesiones. Desde el principio, la terapia es un éxito. Sofía encuentra en Laura la figura de confianza y apoyo que nunca tuvo. Laura, a su vez, siente una conexión especial con Sofía; ve en ella una vulnerabilidad que le despierta un intenso instinto de protección.

Desarrollo del Conflicto

Con el paso de los meses, la relación terapéutica, aunque efectiva, comienza a cruzar límites sutiles. Sofía empieza a llamar a Laura "la única persona que de verdad se preocupa por mí". Le lleva pequeños regalos a la consulta (un libro, una taza de café). Laura los acepta para no "dañar el rapport". Las sesiones a menudo se extienden unos minutos más de lo pactado. Ocasionalmente, Sofía le escribe a Laura por WhatsApp en la noche, compartiendo una canción o un pensamiento, y Laura, para mostrarse accesible, responde amablemente. Laura justifica estas acciones como parte de la construcción de una "alianza terapéutica sólida" con una paciente de alto riesgo. Internamente, sin embargo, reconoce que el afecto que siente por Sofía es cada vez más personal.

El conflicto estalla cuando los padres de Sofía le comunican, de forma abrupta, que han aceptado una oferta de trabajo irrechazable en Singapur y que la familia se mudará en dos meses. Para Sofía, la noticia es devastadora. Lo percibe como el abandono final. Esa noche, tiene una crisis severa, se autolesiona y le escribe a Laura un mensaje desesperado: "Si me llevan, me mato. No puedo vivir sin ti. Eres como mi mamá. Tienes que hacer algo".

Laura, alarmada, activa el protocolo de riesgo suicida y contacta a los padres, quienes regresan de un viaje de negocios. En la sesión de crisis, los padres, consumidos por la culpa, le hacen a Laura una propuesta insólita. "Sabemos que usted es lo único que le importa a Sofía", dice el padre. "Le ofrecemos pagarle el triple de su tarifa actual para que continúe la terapia por videollamada. Pero no solo eso. Necesitamos que esté disponible para ella 24/7, que sea su soporte principal allá. Pídanos lo que sea, pero no la deje sola". La madre añade: "Si el problema es la distancia, podríamos incluso explorar opciones para que usted nos visite en Singapur de vez en cuando, todo pago".

Sofía, presente en la sesión, se aferra a esta idea. "¡Sí! ¡Así puedes seguir cuidándome!", exclama entre lágrimas. De repente, el rol de Laura pasa de ser terapeuta a una especie de "soporte emocional a sueldo", una figura parental sustituta.

Laura se siente atrapada en una tormenta emocional y ética. Por un lado, su instinto de cuidado (reforzado por sus propias carencias personales) le grita que no puede "abandonar" a Sofía en este momento crítico. Teme genuinamente que la joven cumpla sus amenazas. La oferta económica es tentadora y, en su mente, podría justificarla como una "intervención intensiva no convencional".

Por otro lado, su formación le grita que está frente a un abismo ético. La propuesta implica una relación dual flagrante, borrando por completo los límites profesionales. Fomentaría una dependencia patológica en Sofía, en lugar de promover su autonomía y resiliencia. Se convertiría en empleada de los padres, con una lealtad dividida que haría imposible la terapia objetiva. Su contratransferencia (el deseo de llenar su vacío maternal con Sofía) está nublando su juicio clínico.

Debe tomar una decisión. Aceptar la propuesta podría calmar la crisis inmediata, pero sería una grave falta ética con consecuencias desastrosas a largo plazo para la salud mental de Sofía y para su propia carrera. Rechazarla y proponer un plan de transición adecuado (que incluya la derivación a un terapeuta en Singapur) es lo correcto profesionalmente, pero teme que Sofía lo interprete como el abandono definitivo y actúe en consecuencia. La ética del cuidado, en su forma más pura, parece chocar con la ética deontológica de su profesión.


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