jueves, 11 de diciembre de 2014

“PARA QUE AMO LA VIDA, SI ESTOY CASADA CON LA MUERTE” (PARTE 3/3)


¿Alguna vez se han puesto a pensar, o han caído en la cuenta, que para que pueda haber vida, antes primero tuvo que haber muerte?

No fue fácil llegar a esta conclusión, la verdad debo decirlo, sólo pude lograrlo una vez logré ver el mundo como realmente es, y no cómo otros seres humanos habrían querido que lo viera. Esto implica ver el mundo fuera de cualquier contexto político, económico y religioso aunque valga decir, que en estas tres esferas humanas, también se aprecia el concepto de muerte, lo que pasa es que cada una le agrega elementos inapropiados y manipuladores que tergiversan por completo la belleza que ésta realmente tiene. Y sí, todos estos escritos anteriores, más este es solamente para poderles explicar el por qué, amo la muerte tanto como amo la vida. La diferencia es que a mí me costó años entenderlo, y yo he podido expresarlos o resumirlo en unos cuantos textos.

La pregunta inicial de este texto no quiere indicar que sea primero la muerte que la vida, de hecho, para que haya muerte, a su vez primero tuvo que haber vida, lo cual es un ciclo perfecto del universo, en el cual, sin el uno, el otro no podría ser.

Los antropólogos con sus teorías evolucionistas, nos han reseñado que la evolución humana, hasta donde la conocemos hoy en día ha llegado hasta el Homo Sapiens-Sapiens, el cual significa “hombre pensante” sin embargo dentro de esta categoría de Homo Sapiens-Sapiens, puedo hacer tres subdivisiones que explican más en concreto, cómo somos realmente los seres humanos, las cuales son: 'Homo Sapiens Comunnis', 'Homo Sapiens Arbitrium' y finalmente el 'Creo Homo Sapiens'. Sobre estos tres, me referiré en detalle en una nueva serie de tres entradas que iniciará en la próxima semana.

Sin embargo es importante reseñar que a lo largo de la historia de cada una de las diferentes culturas y comunidades que han existido, se observan los tres Homo Sapiens mencionados, siendo el primero el gran seguidor de masas, el segundo, el que aprovecha a las masas, y el tercero el que realmente hace hago que arrastra a los otros dos a una evolución ya sea social, cultural, político, económico, religioso, tecnológico etc. ¿Pero cómo se relaciona todo lo anterior con la muerte? Los 'Homo Sapiens Comunnis' viven siempre a la expectativa de cuáles son los principios rectores que los otros dos homos les dictarán. De allí que para algunas culturas, los ritos en favor de la muerte varíen significativamente. Para la gran mayoría es un sinónimo de dolor y tristeza, para un pequeño grupo intermedio lo toman como algo que simplemente tiene que pasar, sin darle una mayor trascendencia, y un grupo minoritario son aquellos que hacen una fiesta ante el suceso de muerte. Debo decir que mi posición particular es la del segundo grupo, de los que no le damos mayor transcendencia al proceso de muerte, porque hemos preparado nuestra vida, nuestro diario actuar a ser conscientes que ésta en cualquier momento y sin previo aviso, llegará tanto para nosotros como para los que nos rodea. De allí de preocuparnos por tener un estilo de vida en donde disfrutamos al máximo cada momento y cada segundo que ocurre.

Esto sin duda hace que se modifique por completo el concepto de felicidad, o al menos con relación al significado más común que tienen las personas. Para una inmensa mayoría, la felicidad está relacionada con sonreír todo el tiempo, y con no tener problemas o dificultades algunas. En el concepto de felicidad que he aprendido con el estudio y reflexión sobre la vida y la muerte, esta es entendida como 'la plenitud del momento en sí en el que se ve evaluada si la persona es feliz o no'. En otras palabras, la felicidad nunca será completa, y por el contrario se podría afirmar que “se es feliz en el hogar, pero no en el trabajo, o viceversa”. Algunas Personas hemos aprendido la capacidad de tener que sortear un problema en un determinado momento del día,  y a los pocos minutos cambiar totalmente de situación, en donde el problema anterior allá quedó, dedicándonos a vivir y disfrutar exclusivamente de ese nuevo momento. Por su puesto que no es algo fácil de hacer, incluso no solo basta saberlo, sino, cómo muchas otras cosas de la vida, practicarlo y meditarlo tantas veces como sea necesario. Al principio se podrá flaquear, pero confío en que, quienes lean estas líneas, al hacerlo de una manera mucho más consciente y directa, el proceso se facilite. De esta forma podemos entonces concluir que la felicidad es el estado de plenitud que vivimos momento a momento de nuestras vidas, sorteando cada uno de los obstáculos que la misma nos pueda presentar. Si lo analizamos de esta forma, podremos estar entonces preparados y conscientes para cualquier proceso de muerte, por más inesperado que esta pueda hacer.

Hay dos premisas importantes que debemos tener en cuenta como ayuda adicional cuando afrontamos estos procesos. El primero de ellos es disfrutar al máximo de las personas y objetos que nos rodean y de los momentos que vivimos. En numerosas ocasiones he podido observar como los sentimientos de culpa generados ante cualquier proceso de pérdida, la premisa principal es “hace tanto no compartía con esta persona y ya no podré volver a hacerlo”. Podrá sonar a frase trillada, pero la realidad es que el momento es ya, es el ahora. Una llamada telefónica, una visita sorpresa, un mensaje en redes sociales, así sea en el chat de moda en el celular, cualquier cosa será ampliamente valiosa, y nos permitirá por un lado afianzar lazos, bien sea de amistad o compañerismos, o familiares, etc, y por el otro, nuestro inconsciente automáticamente valorará todos esos momentos compartidos, mitigando ese sentimiento de culpa, cuando la perdida se presenta. El segundo de ellos, es la aceptación, y entre más rápido esta llegue, mejor. Muchos colegas psicólogos que han conceptualizado sobre el proceso de duelo, han diferenciado 5 etapas importantes del mismo. Mi proceso de reflexión y observación me han llevado a concluí que estas 5 etapas (Negación, enfado, negociación, dolor emocional y aceptación) son únicamente válidas cuando la persona no se ha preparado adecuadamente para un proceso de pérdida. En cambio, las personas que si nos hemos preparado para tal, podemos vivir este mismo duelo pero directamente en la etapa de aceptación. Con esto no quiero decir que las 5 etapas anteriores no sean necesarias, por el contrario, un duelo mal resuelto puede significar incluso el final productivo de una persona, que queda sumergida en una tristeza por largos periodos de tiempo. En cambio cuando sabemos y aceptamos que el proceso de pérdida hace parte de la vida, disfrutamos cada uno de los momentos vividos, con las personas que escogemos y que nos rodea, al entender que estas partieron de este mundo, podremos seguir con nuestras vidas cotidianas, o incluso hacer las modificaciones que haya lugar, con cabeza fría y serena, cuando la persona que partió no solo era importante de forma afectiva, sino también si había algún tipo de dependencia, por ejemplo económica, y ante dicha perdida algún cambio de vida habrá que hacer, y entre más tranquilos y racionales se pueda hacer, seguramente mejor será el nuevo resultado obtenido.

Estar preparados para la partida de este mundo, ya sea la personal, o la de algún ser cercano, implica tener muy claro que hacer cuando el momento llegue. ¿Cuántas personas tienen un seguro exequial? O incluso, ¿alguno sabe cuáles son los costos que implica un acto funerario sea cual sea la religión o rito utilizado? He podido constatar con preocupación que en un 85% de las personas con las que he hablado estos temas, ninguno siquiera se lo había planteado, y no sabría qué hacer cuando esto ocurra. Incluso he podido observar como muchas personas han vivido la experiencia de pérdida sin ninguna de estas preparaciones terminando por asumir costos excesivos que bien pudieron ahorrarse, o en peores casos, he visto como el proceso exequial de algunas personas es totalmente inhumano por no tener las condiciones mínimas de lo que esto implica tanto en costos como en logística.

En este orden de ideas, la aceptación, que no debe confundirse con resignación, nos permite tener una visión clara y sobre todo racional al vivir el momento difícil de una pérdida, sea cual sea. Tengamos en cuenta que algunos filósofos existencialistas han conceptualizado, que la muerte, 'no sólo se vive con el fin de la vida de un ser humano'. Muchas situaciones de vida, nos hacen pasar por el proceso de muerte, como lo es una separación de un ser querido, la pérdida de un empleo, el fracaso en alguna meta planteada, y por supuesto, la muerte física de alguien cercano. Todo esto nos hace vivir un proceso de muerte, para el que yo, con estos textos, los quiero invitar a que se preparen adecuadamente. No vale la pena luchar contra lo que no podemos vencer, y claramente, la muerte es una de estas cosas que no se puede vencer.

Amo la muerte, tanto como amo la vida, porque en estas se encuentra el verdadero origen de las cosas, del tiempo, del universo, del todo. Incluso, los mismos dioses de todas las religiones están por debajo del ciclo vital que significa vida y muerte, pues ellos mismos son consecuencia de dicho proceso, y si el universo ha sido capaz de crear criaturas pensantes y racionales, como lo somos los homo sapiens, pues sería un absurdo total, no utilizar esa brillante herramienta o don de la naturaleza, como lo es el poder pensar, para que nuestra corta estancia en la tierra sea lo más placentera posible, y no llevada a costa de sufrimiento, como algunos “homo sapiens Arbitriums” pretenden que vivamos.

Finalizo esta entrada con una anécdota que me pasó hace algunos años, y fue la que reafirmó mi vocación docente y a continuar reflexionando sobre este tema. En mi primera experiencia como docente en la UNAD, por esas casualidades de la vida tuve la oportunidad de dictar un curso académico llamado “Vejez y muerte como espacio de construcción de sentido de vida”. A pesar de tener otros dos cursos que dar, para mí, como lo podrán suponer, este era el más importante, y al que más dedicación le ponía. El semestre terminó de lo más tranquilo exponiéndole a mis estudiantes todas los pensamientos y teorías descritos en estas tres entradas, incluidas las historias de Kike y la mima, y apoyado en autores como Victor E Frankl, IrvinYalom, y Nietzche, sustenté todo lo expresado en el curso. Dos años después de esa experiencia, me reencontré con una de los estudiantes que tuve en ese semestre en ese curso. El saludo y el abrazo tan fuerte que me dio, creo que no lo olvidaré jamás, y al empezar a charlar, esta estudiante me dice que quiere agradecerme por algo muy especial que le pasó. Me comentó que su madre falleció recientemente por una enfermedad que le dio, pero que gracias a lo que yo le había enseñado en esa clase en ese momento, ella pudo prepararse adecuadamente y hacer más llevadero tanto el proceso de la enfermedad, como el momento en que finalmente ella partió de este mundo. Sin duda alguna mi sorpresa y alegría fue aguda, sin embargo compartimos un poco más sobre dicho momento, y con ello reafirmé que si se puede llegar a cambiar las vidas de la personas con la docencia como herramienta.


JORGE ARANGO CASTAÑO
Psicólogo.
@jarangoc85 

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