
No fue fácil llegar a esta conclusión, la verdad
debo decirlo, sólo pude lograrlo una vez logré ver el mundo como realmente es,
y no cómo otros seres humanos habrían querido que lo viera. Esto implica ver el
mundo fuera de cualquier contexto político, económico y religioso aunque valga
decir, que en estas tres esferas humanas, también se aprecia el concepto de
muerte, lo que pasa es que cada una le agrega elementos inapropiados y
manipuladores que tergiversan por completo la belleza que ésta realmente tiene.
Y sí, todos estos escritos anteriores, más este es solamente para poderles
explicar el por qué, amo la muerte tanto como amo la vida. La diferencia es que
a mí me costó años entenderlo, y yo he podido expresarlos o resumirlo en unos
cuantos textos.
La pregunta inicial de este texto no quiere indicar
que sea primero la muerte que la vida, de hecho, para que haya muerte, a su vez
primero tuvo que haber vida, lo cual es un ciclo perfecto del universo, en el
cual, sin el uno, el otro no podría ser.

Sin embargo es importante reseñar que a lo largo de
la historia de cada una de las diferentes culturas y comunidades que han
existido, se observan los tres Homo Sapiens mencionados, siendo el primero el
gran seguidor de masas, el segundo, el que aprovecha a las masas, y el tercero el
que realmente hace hago que arrastra a los otros dos a una evolución ya sea
social, cultural, político, económico, religioso, tecnológico etc. ¿Pero cómo
se relaciona todo lo anterior con la muerte? Los 'Homo Sapiens Comunnis' viven
siempre a la expectativa de cuáles son los principios rectores que los otros
dos homos les dictarán. De allí que para algunas culturas, los ritos en favor
de la muerte varíen significativamente. Para la gran mayoría es un sinónimo de
dolor y tristeza, para un pequeño grupo intermedio lo toman como algo que
simplemente tiene que pasar, sin darle una mayor trascendencia, y un grupo
minoritario son aquellos que hacen una fiesta ante el suceso de muerte. Debo
decir que mi posición particular es la del segundo grupo, de los que no le
damos mayor transcendencia al proceso de muerte, porque hemos preparado nuestra
vida, nuestro diario actuar a ser conscientes que ésta en cualquier momento y
sin previo aviso, llegará tanto para nosotros como para los que nos rodea. De
allí de preocuparnos por tener un estilo de vida en donde disfrutamos al máximo
cada momento y cada segundo que ocurre.
Esto sin duda hace que se modifique por completo el
concepto de felicidad, o al menos con relación al significado más común que
tienen las personas. Para una inmensa mayoría, la felicidad está relacionada
con sonreír todo el tiempo, y con no tener problemas o dificultades algunas. En
el concepto de felicidad que he aprendido con el estudio y reflexión sobre la
vida y la muerte, esta es entendida como 'la plenitud del momento en sí en el
que se ve evaluada si la persona es feliz o no'. En otras palabras, la felicidad
nunca será completa, y por el contrario se podría afirmar que “se es feliz en
el hogar, pero no en el trabajo, o viceversa”. Algunas Personas hemos aprendido la
capacidad de tener que sortear un problema en un determinado momento del
día, y a los pocos minutos cambiar
totalmente de situación, en donde el problema anterior allá quedó, dedicándonos
a vivir y disfrutar exclusivamente de ese nuevo momento. Por su puesto que no
es algo fácil de hacer, incluso no solo basta saberlo, sino, cómo muchas otras
cosas de la vida, practicarlo y meditarlo tantas veces como sea necesario. Al
principio se podrá flaquear, pero confío en que, quienes lean estas líneas, al
hacerlo de una manera mucho más consciente y directa, el proceso se facilite.
De esta forma podemos entonces concluir que la felicidad es el estado de
plenitud que vivimos momento a momento de nuestras vidas, sorteando cada uno de
los obstáculos que la misma nos pueda presentar. Si lo analizamos de esta
forma, podremos estar entonces preparados y conscientes para cualquier proceso
de muerte, por más inesperado que esta pueda hacer.
Hay dos premisas importantes que debemos tener en
cuenta como ayuda adicional cuando afrontamos estos procesos. El primero de
ellos es disfrutar al máximo de las personas y objetos que nos rodean y de los
momentos que vivimos. En numerosas ocasiones he podido observar como los
sentimientos de culpa generados ante cualquier proceso de pérdida, la premisa principal
es “hace tanto no compartía con esta persona y ya no podré volver a hacerlo”.
Podrá sonar a frase trillada, pero la realidad es que el momento es ya, es el
ahora. Una llamada telefónica, una visita sorpresa, un mensaje en redes
sociales, así sea en el chat de moda en el celular, cualquier cosa será
ampliamente valiosa, y nos permitirá por un lado afianzar lazos, bien sea de
amistad o compañerismos, o familiares, etc, y por el otro, nuestro inconsciente
automáticamente valorará todos esos momentos compartidos, mitigando ese
sentimiento de culpa, cuando la perdida se presenta. El segundo de ellos, es la
aceptación, y entre más rápido esta llegue, mejor. Muchos colegas psicólogos
que han conceptualizado sobre el proceso de duelo, han diferenciado 5 etapas
importantes del mismo. Mi proceso de reflexión y observación me han llevado a
concluí que estas 5 etapas (Negación, enfado, negociación, dolor emocional y
aceptación) son únicamente válidas cuando la persona no se ha preparado
adecuadamente para un proceso de pérdida. En cambio, las personas que si nos hemos
preparado para tal, podemos vivir este mismo duelo pero directamente en la
etapa de aceptación. Con esto no quiero decir que las 5 etapas anteriores no
sean necesarias, por el contrario, un duelo mal resuelto puede significar
incluso el final productivo de una persona, que queda sumergida en una tristeza
por largos periodos de tiempo. En cambio cuando sabemos y aceptamos que el
proceso de pérdida hace parte de la vida, disfrutamos cada uno de los momentos
vividos, con las personas que escogemos y que nos rodea, al entender que estas
partieron de este mundo, podremos seguir con nuestras vidas cotidianas, o
incluso hacer las modificaciones que haya lugar, con cabeza fría y serena,
cuando la persona que partió no solo era importante de forma afectiva, sino
también si había algún tipo de dependencia, por ejemplo económica, y ante dicha
perdida algún cambio de vida habrá que hacer, y entre más tranquilos y racionales
se pueda hacer, seguramente mejor será el nuevo resultado obtenido.


Amo la muerte, tanto como amo la vida, porque en
estas se encuentra el verdadero origen de las cosas, del tiempo, del universo,
del todo. Incluso, los mismos dioses de todas las religiones están por debajo
del ciclo vital que significa vida y muerte, pues ellos mismos son consecuencia
de dicho proceso, y si el universo ha sido capaz de crear criaturas pensantes y
racionales, como lo somos los homo sapiens, pues sería un absurdo total, no
utilizar esa brillante herramienta o don de la naturaleza, como lo es el poder
pensar, para que nuestra corta estancia en la tierra sea lo más placentera
posible, y no llevada a costa de sufrimiento, como algunos “homo sapiens Arbitriums”
pretenden que vivamos.
Finalizo esta entrada con una anécdota que me pasó
hace algunos años, y fue la que reafirmó mi vocación docente y a continuar
reflexionando sobre este tema. En mi primera experiencia como docente en la
UNAD, por esas casualidades de la vida tuve la oportunidad de dictar un curso
académico llamado “Vejez y muerte como espacio de construcción de sentido de
vida”. A pesar de tener otros dos cursos que dar, para mí, como lo podrán
suponer, este era el más importante, y al que más dedicación le ponía. El semestre
terminó de lo más tranquilo exponiéndole a mis estudiantes todas los
pensamientos y teorías descritos en estas tres entradas, incluidas las
historias de Kike y la mima, y apoyado en autores como Victor E Frankl, IrvinYalom, y Nietzche, sustenté todo lo expresado en el curso. Dos años después de
esa experiencia, me reencontré con una de los estudiantes que tuve en ese
semestre en ese curso. El saludo y el abrazo tan fuerte que me dio, creo que no
lo olvidaré jamás, y al empezar a charlar, esta estudiante me dice que quiere
agradecerme por algo muy especial que le pasó. Me comentó que su madre falleció
recientemente por una enfermedad que le dio, pero que gracias a lo que yo le
había enseñado en esa clase en ese momento, ella pudo prepararse adecuadamente
y hacer más llevadero tanto el proceso de la enfermedad, como el momento en que
finalmente ella partió de este mundo. Sin duda alguna mi sorpresa y alegría fue aguda,
sin embargo compartimos un poco más sobre dicho momento, y con ello reafirmé
que si se puede llegar a cambiar las vidas de la personas con la docencia como
herramienta.
JORGE ARANGO CASTAÑO
Psicólogo.
@jarangoc85
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