10 FILTROS

Cerca de las 4:00pm en el punto más alto de su actividad laboral, donde desarrolla múltiples actividades al mismo tiempo, anotó el número telefónico que le dictaron en medio de una fuerte bulla, de la persona que debía contactar para cerrar el importante negocio que tenía entre manos. Prosiguió como de costumbre a guardar el número telefónico en su teléfono y le mandó un mensaje inicial de saludo. Pasadas un par de horas recibió una doble sorpresa. Por un lado, la respuesta le indicaba que se había equivocado de destinatario, pues quien le respondió le dijo que no era la persona que estaba contactando, y por otro lado, quedo absolutamente impactado con la foto del perfil que había visto. No se la pudo quitar de la cabeza en el resto de la tarde. Al llegar a su casa, teniendo el nuevo nombre y teléfono de su interlocutora, decidió buscarla por redes sociales, y su sorpresa fue mayor. Quedó absolutamente impactado, no solo por la belleza física de quien ahora veía, sino por las ideas que se hacía de la vida de la persona a través de sus fotos. No se lo pensó dos veces y decidió volverle a escribir, yendo directo al grano. Ella, sorprendida por el nuevo contacto y lo aventado del sujeto, sintió un poco de miedo al comienzo, pero no se podía negar que ella, también quedó flechada con la foto de perfil que él tenía en su chat. La conversación pasó de llevar varios minutos a ser horas, días, y semanas. Ya no solamente conversaban por chat, sino que se llamaban telefónicamente varias veces al día. Se había convertido en todo un hábito. Cada vez era más inevitable lo que tarde o temprano tendría que pasar: El primer encuentro físico en la vida real. Él dio el primer paso. Ella dudó, y en principio se negó. Él utilizó información que ella le había dado para ablandarla con sus gustos favoritos. Ella no se pudo resistir más. Acordaron cenar a mitad de semana, entrar a alguna función de cine que ella escogería, y después, que cupido hiciera lo propio. Así fue. Cada uno estaba ansioso por que el tiempo pasara rápido y llegara el día y la hora acordados. Ambos creyeron que después de haberse contado más de media vida, compartido cientos de fotos y la atracción que creían que sentían, lógicamente se reconocerían inmediatamente. Solamente se dieron la seña de cómo iría vestido cada quien. Él llegó de primero, con varios minutos de antelación pues el lugar de encuentro estaba a pocas cuadras de su trabajo. Ella se dirigía en transporte público, y los trancones de la ciudad hacían que su ansiedad fuera interminable. Finalmente llegó, y él la vio al entrar desde el segundo piso. Concordaba perfectamente con la descripción de cómo le había dicho que iba vestida, pero su respiración se entrecortó al comprobar que, era lo único que concordaba. El aspecto físico era totalmente diferente. La veía a lo lejos sin que ella se percatara. Él llamó a su celular pensando que era una coincidencia de dos personas vestidas similar, pero no, al tiempo que él marcaba, ella contestaba el teléfono, evidentemente, era ella. Él guardó absoluto silencio, colgó la llamada y sin decir más, decidió marcharse. Después de dos meses de conversación virtual, descubrió que todas las fotos de ella estaban llenas de mil filtros, lo cual no le habían permitido verla como era. Él siempre se mostró real, nunca en su vida había usado uno de esos dichosos filtros, y sabía que nunca lo haría. Mientras se marchaba, de aquel lugar, pensaba e intentaba entender, como una mujer que le había parecido tan linda cuando la vio desde el 2do piso, podía usar tantos filtros en las fotos para verse absolutamente distinta a como realmente era y pensó que si era capaz de ocultarse así, incluso sin necesitarlo, sería capaz de ocultar muchas otras cosas más. Ella llegó al punto de encuentro, confundida por no encontrar a quien segundos antes la había llamado. Nunca más volvió a saber de él de ninguna manera, pues él simplemente se esfumó como un alma en pena. 

JORGE ARANGO CASTAÑO 
Todos los derechos reservados 
Mar 28 de 2019