Su adicción había llegado a límites insospechados. Tanto así que había perdido su trabajo, su novio la había dejado y sus padres y hermanos la veían con lástima. Había pasado 42 semanas y no se dieron cuenta en que momento la perdieron. Las primeras semanas lo vieron como algo sin importancia. Luego creyeron que se trataba de algo intelectual y se lo aplaudieron. Pero luego vino la adicción incontrolable. Toda la semana vivía en ansiedad y depresión esperando que llegara el día. No se concentraba en el trabajo, entregaba mal los informes o simplemente no iba a trabajar. Se la pasaba pegada todo el tiempo en su celular y en su ordenador revisando una y otra vez lo que había ocurrido la semana anterior preparándose para la semana siguiente. No quería que nadie le hablara de nada diferente y cuando alguien lo hacía o la criticaban entraba en cólera. Así habían transcurrido casi 30 semanas y su novio la dejó. Este intentó comprenderla y entrar en ese nuevo mundo que ella tanto hablaba y defendía pero no le vio la misma importancia y se convenció así mismo que de algo intelectual, había pasado a una obsesión casi de manicomio. Así, al llegar el esperado día de la semana 42, su rutina fue la misma, levantarse de la cama las 6am, desayunar y empezar a revisar desde esa hora hasta las 11pm aproximadamente todo lo que otros cientos o tal vez miles de obsesionados como ella publicaban bajo el hastag #JuevesDeMicrocuentos
JORGE ARANGO CASTAÑO
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Nov 14 de 2019
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