Desde que empezó a tener uso de razón estuvo acompañado por una que de vez en cuando le rondaba por la cabeza sin poder tener explicación alguna al respecto. Sentía que veía al mundo a y todo lo que este incluía a través de una ventana, ventana que eran sus ojos y él detrás de ellos. Es decir, sentía que solo existía lo que sus sentidos experimentaba, y cuando algo dejaba de estar al alcance de sus sentidos, dejaba de existir. Recuerda ser consciente de esto por primera vez alrededor de los 5 años de edad. Se preguntaba con cierta regularidad que pasaba con las personas o cosas cuando no estaban al alcance de sus sentidos, o peor aún, ¿qué pasaría con el mundo cuando él, eventualmente muriera?, ¿por qué tenía él esas sensación y si alguien más también la tenía? A medida que fue creciendo, esa misma sensación hacía presencia cada tanto tiempo pero nunca se atrevió a compartirlo con nadie y vivió con esta idea toda su vida. Describirla, no es fácil, se decía, y por eso no era capaz de compartirla con ninguna persona. Él creía, o sentía, que alguien veía a través de él, de sus ojos, de sus sentidos. Pero ¿Quién era ese alguien? La respuesta la obtuvo al cumplir 117 años de edad. Estando sentado en una mecedora, recibiendo la fresca y suave brisa que había ese día soleado y despejado, comprendió que cada vez que había tenido esa sensación era ese "él" de 117 años recordando algo que había vivido en el pasado, de ahí la sensación de que algo o alguien veía a través de sus ojos, o sentía a través de sus sentidos en unos momentos específicos, pero esporádicos de su vida. Habiendo comprendido esto, sintió una paz que no había tenido en 117 años y dio su último suspiro... ¿o era la sensación de otra mente, de otro momento de otra era?
JORGE ARANGO CASTAÑO
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Enero 30 de 2020
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